Limpiar los conductos de ventilación y superficies textiles es básico
Congestión nasal, sequedad e irritación de garganta y ojos, dolor de cabeza, alteraciones del gusto y del olfato, estornudos…. Estos pueden ser los síntomas de una gripe común o de una simple alergia al polvo o al polen, tan típica de la primavera. También de lo que se conoce como Síndrome del Edificio Enfermo (SEE), una patología que, al contrario de lo que podríamos pensar, no afecta tanto a las construcciones donde se detecta como a las personas que trabajan en ellas. Y es que son los ocupantes de los edificios “enfermos” los que ven cómo empeora su salud y su productividad. ¿Por qué? Básicamente porque pasan muchas horas trabajando en un inmueble que o bien no cuenta con un sistema que garantice la ventilación de las oficinas –las ventanas no se pueden abrir- o bien dispone de climatización automática o bien sus suelos están enmoquetados. El ambiente de estos edificios se carga de polvo, bacterias y hongos y la salud de los empleados, obviamente, se resiente. No lo decimos nosotros. Lo afirma Observatorio DKV Salud y Medio Ambiente que, tras un estudio elaborado en el 2015, detectó que el 30% de las oficinas de nuestro país podían presentar SEE y que entre un 10 y 30% de sus trabajadores podían padecer alguno de los síntomas descritos anteriormente.
Acabar con el origen de este síndrome no es fácil. En muchos casos hacerlo requiere de reformas en el edificio que no todas las empresas pueden asumir. Lo que sí es posible y no requiere de una inversión importante es reducir considerablemente el impacto del SEE en los ocupantes del inmueble afectado. ¿Cómo? Básicamente, apostando por la limpieza profesional. No podemos olvidar que este síndrome está relacionado con ambientes poco saludables: si los espacios donde trabajamos y el sistema de ventilación permanecen libres de ácaros, bacterias y humedad, las posibilidades de que las patologías asociadas al SEE se reducen notablemente. Os indicamos qué medidas podemos aplicar en nuestro lugar de trabajo para erradicar:
- Limpieza en profundidad del conducto de ventilación. En construcciones carentes de ventilación natural, las bacterias, hongos y ácaros campan a sus anchas y se camuflan en aquellos espacios más propicios para su reproducción: los conductos del aire acondicionado. Por eso, es conveniente contratar a un equipo de profesionales que se encargue de su limpieza en profundidad y que, una o dos veces al año, revise la higiene de la misma. Solo así nos aseguraremos que las bacterias no pasen a nuestras vías respiratorias.
- Limpieza periódica y a fondo de las superficies textiles de la oficina. El polvo que se acumula en moquetas, alfombras y tapices, junto a un sistema de ventilación artificial, provoca que el ambiente de las oficinas se cargue y sea nido de enfermedades para los empleados. Deberemos limpiar las superficies textiles con ayuda de un sistema de aspiración que nos garantice su total desaparición y hacerlo como mínimo una vez a la semana.
- Limpieza general de las instalaciones. Si limpiamos conductos de ventilación y moquetas pero no hacemos lo mismo con el resto de infraestructuras del recinto, el trabajo será en vano. Es necesario erradicar cualquier foco de suciedad de la oficina y garantizar así un ambiente saludable.
- Temperatura y humedad del recinto. Los grados que marque el aire acondicionado, así como la humedad del ambiente, deben ser los adecuados: de 22 a 24 grados de temperatura y de 40% a 60% de humedad.
- Correcto almacenaje de los productos químicos. Mantener a buen recaudo artículos de papelería o limpieza como cartuchos de impresoras, productos de limpieza o pesticidas, en caso de haberlos, nos puede ayudar a mantener una buena higiene laboral.